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Los trabajos en este campo comenzaron con los descubrimientos de un osteópata, William Garner Sutherland. Como estudiante de osteopatía a principios del siglo XX, los huesos del cráneo le fascinaban. Le enseñaron que están fusionados en la edad adulta, pero no podía entenderlo, ya que los cráneos pueden desarticularse y los huesos del cráneo tienen suturas que parecen estar diseñadas para el movimiento. Emprendió investigaciones que le demostraron que el cráneo vivo expresa movimiento y que este movimiento es fisiológicamente importante. Mientras observaba un hueso temporal, como él mismo describe, le asaltó un pensamiento:

«Biselado como las branquias de un pez para la respiración primaria»

..Este pensamiento le condujo a un viaje de por vida para descubrir su naturaleza. Como era osteópata, empezó a hablar de los sutiles movimientos y pulsaciones inherentes con un lenguaje biomecánico y utilizó pruebas de movimiento y diversas técnicas para liberar lo que se experimentaba como resistencia y patrón en las estructuras craneales. Sin embargo, en 1945 tuvo una experiencia extraordinaria que transformó su comprensión del trabajo, su enfoque del trabajo de curación y el lenguaje que utilizaba. Le llamaron para que acudiera a la cama de un paciente moribundo que sufría un gran dolor. Mientras Sutherland sostenía el sistema del hombre …

… surgió una profunda quietud y tuvo una experiencia directa de lo que él llamó el Aliento de la Vida mientras el hombre pasaba cómoda y pacíficamente de esta vida.

El lenguaje y el trabajo de Sutherland cambiaron ahora de una orientación principalmente biomecánica, con términos como flexión-extensión y rotación interna-externa, y el uso de pruebas de movimiento y la aplicación de técnicas, a una que se centraba en la respiración primaria como experiencia holística y unificada. Escribió sobre un enfoque en el que no se utiliza ninguna fuerza externa, sino que se confía en la potencia infalible (fuerza vital) para iniciar y llevar a cabo los procesos de curación. Lo que debe ocurrir no puede aprenderse mediante análisis o pruebas de movimiento, sino que es un factor de lo que Sutherland llamó la Inteligencia del sistema y las intenciones del Aliento de Vida. En su profundidad, el trabajo en este campo lo arroja a uno al misterio de la vida misma. Muchos practicantes continuaron el trabajo de Sutherland dentro del contexto de la práctica osteopática.


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